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La ley Helms-Burton y la Central Electronuclear de Juraguá

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El 9 de febrero de 1995, el senador Jesse Helms, Republicano por Carolina del Norte, en su calidad de recién estrenado Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, introdujo su primera propuesta legislativa nombrada "Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática cubanas". La iniciativa, promovida además por el también representante Republicano Dan Burton, perseguía continuar y reforzar el embargo/bloqueo estadounidense a Cuba.

 En la isla, el corte del suministro de combustible y piezas de repuesto para el sistema electro energético nacional, que procedían fundamentalmente de la desaparecida Unión Soviética, venía provocando frecuentes y prolongados apagones. El “Período Especial” se encontraba en su punto crítico y resolver el déficit de energía parecía el primer paso para comenzar a superarlo.

 Con el reactor uno de la Central Electronuclear de Juraguá al noventa por ciento de su ejecución, la opción nuclear se mostraba como una fuente confiable y no dependiente de la importación de combustibles fósiles. La construcción se había detenido en septiembre de 1992, pero un año después Moscú adelantó 30 millones de dólares para conservar la Central, y ya en 1995 estaba en marcha un estudio de factibilidad encaminado a la creación de un consorcio, en el que participarían Rusia, Cuba y terceros países, con miras a completarla y ponerla en funcionamiento.

 Este hecho no podía pasar por alto para los que se encargaban de elaborar el documento que, pensaban, sería el tiro de gracia para liquidar a la Revolución. Así que, argumentando una serie de “preocupaciones” sobre la seguridad de la Planta, se encargaron de que en el Título I de la nueva ley apareciera la Sección 111 que se titula: RETENCION DE LA ASISTENCIA A LOS PAISES QUE APOYEN LA CENTRAL NUCLEAR DE JURAGUA EN CUBA.

 La mencionada Sección concluye con que “… el Presidente retendrá de la asistencia asignada a cualquier país, …, una suma equivalente a la de la asistencia y los créditos, si los hubiere, que haya proporcionado ese país o alguna entidad de ese país, para apoyar la terminación de la central nuclear cubana de Juraguá, ...”

 No cabe dudas de que la oposición de los Estados Unidos al proyecto, plasmada en la Ley Helms-Burton, terminó por desanimar a otros países. Solo Rusia mantuvo la voluntad de continuar.

 Mientras, Cuba encontró alternativas con la generación de energía eléctrica a partir del gas acompañante de su propio petróleo, el empleo de eficientes ciclos combinados, y la adaptación y modernización de sus centrales térmicas. En 1999, con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, volvió a contar con una fuente de abastecimiento de petróleo subsidiado en condiciones ventajosas.

 En diciembre de 2000, el presidente ruso Vladimir Putin visitó Cuba y ofreció terminar el reactor uno invirtiendo 800 millones de dólares en el transcurso de seis años, pero posteriormente Fidel Castro anunció que Cuba ya no estaba interesada en completar la planta.

 

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