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Rumbaut. Un personaje inagotable.

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Cuando llegué a trabajar a La CEN en febrero de 1986 me recibió con un abrazo Rolando Dulzaides, excelente jefe y mejor persona, ya nos conocíamos pues un año antes había hecho mi tesis de grado allí. Pestañeó tres veces seguidas moviendo la cabeza lo que significaba que estaba preocupado y no sabía que hacer conmigo. El local, un antiguo comedor, estaba abarrotado con los futuros operadores de la Central, no había donde sentarse. De pronto su mirada se iluminó, volvió a abrazarme y me dijo < ¡Felicidades! has sido seleccionado miembro de la comisión organizadora del congreso de la CTC (no recuerdo el número), ve para el Politécnico y pregunta por Jose Luis Rumbaut que es el presidente>


Al llegar lo vi por primera vez, activo, entusiasta, inmerso en la tarea que le habían asignado, entre otras cosas improvisar un salón en los bajos de la Hotelera de la Ciudad Nuclear, porque el lujoso teatro que se había comenzado a construir un año antes para el evento no se terminaría en la fecha prevista (lo más triste es que nunca se terminó). Bajo su dirección me vi trasladando sillas en un camión y poniendo banderolas de colores por toda la carretera.


Un tiempo después tuve necesidad de hablar con Pedro Abigantús, por entonces Secretario del Comité Primario de la UJC, que me había puesto al frente de la Comisión de Historia (un grupo de militantes que debía encargarse impartir cada viernes por la tarde una conferencia sobre la materia). Le dije <Pedro, esto no funciona, la gente con que cuento ni saben historia ni tienen cualidades de conferencista> Pedro escribió un nombre en un papel y me dijo El nombre que estaba escrito era Jose Luis Rumbaut. Por supuesto que sabía que Rumbaut me ayudaría, pero también sabía que estaba dedicado a muchas otras cosas y no era justo cargarle una más. Al final la Comisión de Historia murió por su propio peso.


Unos meses más tarde me llaman y me dicen que se iba a crear un Boletín Sindical en la UPI-CEN y que yo había sido propuesto como corresponsal. Realmente nunca me gustó eso de ser corresponsal y dar noticias, pero era una tarea, así que fui sin mucho entusiasmo a la primera reunión. Allí estaba Rumbaut, era el Director, comenzó a explicar lo que se quería y preguntó si alguien podía hacer caricaturas y viñetas para ilustrar los artículos, entonces levanté la mano, eso sí que me gustaba.


El Reactor, así se llamó el boletín, fue un éxito total y se debió en gran parte a la dedicación y el entusiasmo de su primer Director. Un día, a punto del cierre, vino a verme con un pedacito de papel y me dijo


A finales de 1987 Rumbaut dejó La CEN para estudiar lo que más quería en la vida: periodismo. En poco tiempo lo vimos aparecer en la televisión cubana y decíamos con orgullo: Ese muchacho viene de La CEN, yo lo conozco. Más tarde se marchó de la isla para seguir haciendo lo que le gustaba y otras cosas que nunca imaginamos. Pasó por Bulgaria y terminó en Veracruz. Le perdí el rastro por un tiempo, pero afortunadamente en 2010 cuando me inicié en Facebook se convirtió en mi primer amigo.

 

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1 comentarios

  1. #
    Jose Vidal %f 20, 2020 - 12:33
    de 5

    Definitivamente un gran profesional, excelente persona, amigo, padre. Me alegra mucho que nos traigas esta crónica a propósito de su cumpleaños. Felicidades tocayo!

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