Aunque no llegó a terminarse, la construcción de la Central Electronuclear de Juraguá ha sido la obra más voluminosa, compleja y exigente jamás realizada en Cuba y no parece que en un futuro pueda intentarse algo de similar magnitud. Fue el lugar donde se emplearon, por primera vez en el país, novedosas tecnologías, equipos y sistemas de trabajo; la bomba de hormigón, el alquiler de una rastra especial de la compañía francesa Nicolas para el traslado de componentes de gran peso, una de las primeras redes de computadora en utilizar la fibra óptica, un sistema de Garantía de la Calidad, son solo parte de una larga lista.
Así fue como, en 1986, quedó instalada en La Inversión una moderna imprenta de tecnología offset, que fue la envidia de la mayoría de los órganos de prensa y otras entidades que se dedicaban a impregnar tinta en el papel. La máquina permitía largas tiradas de manera económica, con una gran calidad de reproducción de detalles finos y color.
El estreno fue en el mes de febrero, con la impresión del boletín Mi Congreso, el cual circuló con informaciones del II Congreso del Sindicato de los Trabajadores de la Industria Químico Minero Energético (STIQME), que se celebró por esos días en los bajos de la Hotelera 1 de la Ciudad Nuclear.
También por esos días, salió por primera vez de sus rodillos el boletín sindical El Reactor que, aunque había aparecido ya unos meses antes, cobró nuevo impulso. El boletín intentaba reflejar la vida en la obra y el quehacer de sus trabajadores. El proyecto era conducido por un destacado corresponsal de la prensa en Cienfuegos y excelente organizador, quien, por entonces, era trabajador del Laboratorio de Control Radiológico.
Jose Luis Rumbaut, como director de la publicación, logró aglutinar un equipo de valiosos colaboradores que pusieron manos a la tarea con entusiasmo. En el machón de los primeros números, aparecían; como Administrador: Raúl Madrigal Peña; Consejo de Redacción: Juan Alomá Hevia, Saturnino Rodríguez Riverón, Yaquelín Dorado Bouza, Luis Vitlloch Couto; Diseños: Anselmo y Mutis; Fotografía: Mauricio Martínez; Mecanografía: Milbia Lombana Claro; Impresión: Belkis, Víctor y Jorge; Distribuye: Cecilia Barceló.
Los cerca de 400 ejemplares, que salían una vez al mes, eran esperados con ansiedad y compartidos de mano en mano por los lectores. En cada número se podían encontrar contenidos variados, desde noticias, tecnología, temas jurídicos, narrativa, poesía y humor, que incluía ilustraciones y caricaturas. Algunos artículos, especialmente críticos, provocaron no pocos choques con la administración.
Rumbaut se marchó en 1987 a estudiar la carrera de periodismo, la publicación se mantuvo, primero bajo la dirección de este redactor que luego continúo Saturnino Rodríguez Riverón. Los últimos números salieron a la luz a finales de los noventa.
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