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El discurso que paralizó a la CEN Juraguá

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El 2 de septiembre de 1992, Fidel Castro dio un discurso ante los trabajadores de la CEN de Juraguá, en el que expuso las razones que hacían inevitable la paralización de la obra. De ese discurso no hay rastro en Internet.

Tres días más tarde regresó a Cienfuegos, donde se hizo coincidir el acto por el XXXIX aniversario del asalto al cuartel Moncada y el XXXV del levantamiento de Cienfuegos. En este nuevo discurso se refirió a la visita y a la decisión tomada con la Central. A continuación, reproducimos el fragmento que aborda el tema:

Quería contarles que hace unos días, el 2 de septiembre, hice una rápida visita a la CEN de Juraguá. Ya me imagino que todos los cienfuegueros deben conocer más o menos lo que conversé con los trabajadores que están construyendo la Central Electronuclear.

No nos quedó otra alternativa que paralizar la construcción de esa obra, la más importante de Cienfuegos y posiblemente una de las más importantes del país. Me reuní con los trabajadores, llovía ese día, sin embargo, dimos un acto vigoroso y revolucionario. Les expliqué las razones por las cuales teníamos que paralizar, aunque fuera temporalmente, esa obra; y esas razones —para que se comprenda mejor— fueron las que le dimos al gobierno de Rusia para proponerle la paralización de esa obra.

Como ustedes saben, Rusia se declaró heredera de la antigua URSS, de sus compromisos y derechos. Nosotros le informamos al gobierno ruso las razones por las cuales nos habíamos visto en la necesidad de tomar esa amarga decisión.

Si me permiten, las voy a leer, aunque me tome un poco de tiempo, si la paciencia de ustedes lo admite (APLAUSOS). Es una cosa importante tanto para la opinión pública nacional como internacional.

Las razones que les dimos a las autoridades rusas fueron las siguientes:

"En 1972, cuando las máximas instancias de gobierno de Cuba y la Unión Soviética acordaron el inicio de una cooperación para la introducción de la energética nuclear en Cuba, se abría una oportunidad no solo ventajosa para Cuba sino también para la industria nuclear soviética: desarrollar y perfeccionar su tecnología en un país con condiciones muy diferentes al ámbito europeo, lo que le permitiría —como sucedió realmente— ampliar sus mercados de exportación a otras regiones. En ese contexto de ventajas mutuas para ambas naciones, se comenzaron los pasos para la construcción de la CEN de Juraguá.

"El elemento fundamental para la concertación de un acuerdo de esa naturaleza era la relación de amistad y confianza establecida durante muchos años entre nuestros pueblos, y la voluntad política de apoyar un intercambio justo que comprendiera créditos razonables para una inversión de ese tipo. Sobre esa base se estableció un compromiso serio y sólido para la concepción, la construcción, la puesta en marcha, el suministro del combustible, la atención durante la vida útil de la CEN y la garantía de una explotación segura de la planta.

"En los convenios intergubernamentales sobre la colaboración económica y técnica se incluía el suministro de dos reactores nucleares de 440 megawatts de potencia cada uno —Proyecto B-318—, en condiciones apropiadas de crédito, y se establecieron las obligaciones de ambas partes en la ejecución de esa obra y el suministro íntegro soviético de la tecnología y su asistencia técnica. Se firmaron sucesivos acuerdos. El del 14 de abril de 1976 previó condiciones de pago en 25 años a partir del primero de enero de 1981 o año siguiente al del suministro para las entregas posteriores a 1980, con 2,5 por ciento de interés; el del 17 de abril de 1981 previó 12 años a partir de los dos años siguientes al último suministro necesario para la puesta en marcha, con 4 por ciento de interés; el del 10 de abril de 1986 previó 12 años, con 5 años de gracia a partir de las entregas y 4 por ciento de interés; y el del 29 de diciembre de 1990 se firmó con iguales condiciones que el de 1986" —es decir, 12 años más 5 de gracia. "El 6 de octubre de 1989 se firmó el Convenio Intergubernamental sobre la Colaboración en la Construcción en la República de Cuba de la Central Electronuclear de Juraguá."

Estos son los convenios suscritos con ellos acerca de la construcción de esta central. En realidad, íbamos avanzando hacia cuatro reactores y ya se trabajaba en los estudios para la construcción de la central electronuclear del oriente del país.

"Un análisis del estado actual de la construcción de la CEN muestra el esfuerzo serio y sostenido que Cuba, en las condiciones más difíciles, ha realizado para cumplir los compromisos suscritos. Así tenemos que el Bloque 1 de la CEN presenta la situación siguiente:

  • se ha terminado el 90 por ciento de la construcción civil;
  • están terminados en más de un 95 por ciento los objetos auxiliares, y algunos en condiciones de puesta en marcha;
  • se han vertido más de 350 mil metros cúbicos de hormigón;
  • se han instalado unas 7 mil toneladas de equipos y cerca de 3 mil toneladas de tuberías tecnológicas; y
  • se cuenta con el 80 por ciento de los suministros para la puesta en marcha del bloque.

"Se han invertido hasta la fecha más de 1 100 millones de dólares," —vean ustedes lo invertido ahí— "y construido una ciudad con más de 2 000 viviendas, una base industrial de apoyo a la construcción de la CEN, carreteras, líneas de ferrocarril, un politécnico, un puerto para grandes pesos y el resto de las obras demandadas para la infraestructura técnica y de servicios de esa obra colosal. Nuestro país no ha escatimado esfuerzos en la creación de una base sólida de apoyo científico-técnico para la asimilación de la nucleoenergética y la introducción de las ciencias y tecnologías nucleares en la economía nacional, con ese fin se han preparado unos 2 000 profesionales y miles de obreros calificados en esa especialidad, y se han creado una base legal y normalizativa para esa actividad y las instituciones y las entidades que aseguran ese programa."

Estos son los argumentos que les hemos dado a las autoridades rusas.

"Nuestro país ha dado una muestra superior de respeto a lo acordado a pesar de los atrasos provocados en la construcción de la CEN por las indefiniciones sobre el sistema automático a utilizar en su control, como consecuencia del trágico accidente en la CEN de Chernobil, que obligó a las organizaciones soviéticas a revisar y perfeccionar los requerimientos de esos medios técnicos". En realidad, este tipo de reactor no tiene nada que ver con el de Chernobil, el de Chernobil es de otra tecnología; este que estábamos construyendo aquí es el más seguro que existe en el mundo y el que existe en todos los países prácticamente. De todas maneras, el accidente de Chernobil obligó —como dice aquí— a las organizaciones soviéticas a revisar bien todo lo relativo a las medidas de seguridad, control, etcétera. "A esos atrasos" —continuamos diciéndoles a las autoridades soviéticas— "se sumaron otros derivados de las prolongadas dificultades internas en la Unión Soviética, y posteriormente de los cambios radicales y dramáticos que se han estado produciendo en las relaciones de colaboración entre Cuba y Rusia, sin que a nuestro país le quepa la menor responsabilidad por ello.

"En las situaciones más difíciles, el Gobierno de Cuba ha albergado la esperanza de que se pudieran preservar las condiciones de colaboración en la CEN de Juraguá para poder concluir ese objetivo, incluso después de la cancelación de otros también de vital importancia.

"Basándonos en esas consideraciones se ha estado trabajando, y se recibió en los primeros días de abril de este año" —1992— a la delegación rusa encargada de revisar la colaboración sobre la CEN de Juraguá. Lamentablemente las autoridades rusas, después de cambiar totalmente las relaciones de intercambio comercial entre ambos países y suspender unilateralmente todas las relaciones de colaboración, han propuesto continuar la CEN en términos y condiciones que hacen totalmente imposible ese objetivo, ya que hemos comprobado que aunque se nos ofrece un crédito para cubrir una parte de los gastos de las organizaciones rusas, las condiciones nuevas en las que se tendría que concluir la obra serían las siguientes:

  • el crédito no cubriría la totalidad de los suministros y los servicios de Rusia, la CEI y otros países, ni el suministro de equipos, instrumentos y materiales producidos adicionalmente por acuerdo entre las partes, incluidos los de reposición para sustituir a los que quedaran fuera de servicio;
  • una parte del sistema automático tendría que ser adquirida por Cuba directamente en un tercer país, sin contar con la garantía rusa;
  • condiciones y formas de pago muy diferentes por la realización de los montajes especiales de los equipos fundamentales, los trabajos de ajuste y puesta en marcha, la preparación del personal de explotación de la CEN, el montaje, el ajuste y la puesta en marcha del sistema automático de dirección correspondiente al suministro ruso, los servicios en la explotación, y la asistencia técnica; y
  • realizar la entrega de los suministros en condiciones FOB y no CIF como estaba acordado antes."

Es decir, todos estos hierros que se habían comprometido a traer en la flota de la URSS tendríamos que traerlos nosotros, ¿en qué barcos? Porque una de las cosas que no mencioné cuando hablaba de las dificultades es que antes una gran parte de nuestros productos de importación y exportación viajaban en barcos soviéticos y de países socialistas y, aunque nuestra flota creció mucho, no es suficiente todavía. Hoy todo lo que se exporta e importa prácticamente tenemos que hacerlo por nuestra cuenta, con nuestra flota o alquilando barcos en divisa convertible.

"Proponer que Cuba pague al contado a organizaciones rusas unos 200 millones de dólares y gestione la obtención de créditos adicionales a los anteriormente aceptados por unos 200 millones más en terceros países para la terminación de la CEN, es no tener en cuenta que Cuba está enfrentando decididamente la intensificación del bloqueo económico que durante los últimos 30 años el gobierno de Estados Unidos nos ha impuesto, y no cuenta con acceso a fuentes de créditos de organismos financieros internacionales ni de otros tipos. Por otra parte, tampoco se consideran las dificultades de la economía de nuestro país que nos obligaron a declarar el período especial en tiempo de paz, a causa de la disminución de más de un 60 por ciento de nuestras importaciones, fundamentalmente, por haber suspendido Rusia las tradicionales relaciones de intercambio comercial entre ambos países.

"A la delegación que nos visitó en abril le expusimos nuestras objeciones a las nuevas condiciones planteadas para terminar dicha obra. Se nos ofreció que en el mes de mayo se haría la presentación definitiva y oficial de las propuestas rusas. Decidimos esperar esa presentación antes de tomar una decisión sobre el problema. Transcurre el tiempo y, sin embargo, no se remiten los documentos ofrecidos. Mientras tanto, cada día que pasa enterramos nuevos recursos humanos y materiales en esa obra. Para nosotros es ya sumamente oneroso esperar más.

"Estos hechos nos han llevado a la dolorosa conclusión de que proseguir la obra en las nuevas condiciones propuestas, y con tantos obstáculos, dificultades y dilaciones para definir sobre bases sólidas y realistas la conducta a seguir, es algo insoportable para nuestra economía en las actuales circunstancias. Por tanto hemos decidido proponer al gobierno ruso la paralización temporal de esa obra, y si en un futuro las condiciones que han obligado a esa decisión cambiaran, Cuba estaría en disposición de evaluar la reanudación de su construcción."

Como les expliqué a los trabajadores constructores de la CEN, ahí estamos enterrando recursos todos los días, todos los años; ya hemos invertido 1 100 millones, ¿para qué? ¿Para esperar quién sabe cuántos años antes de poder encender un bombillo con energía de esa planta, sin ninguna seguridad acerca de los suministros, incluso en este momento sin ninguna seguridad acerca de la entrega de los combustibles nucleares que necesitará esa planta? En esas condiciones que acabo de explicar, que son los argumentos que empleamos para dirigirnos a las autoridades rusas, sería una locura, realmente, continuar empleando millones de horas de trabajo y cuantiosos recursos en la continuación de esa obra.

A los técnicos —y ahí hay cientos de técnicos rusos o de la CEI, buenos técnicos, buenos colaboradores, no tenemos queja de ellos, pero hay cientos de ellos— hoy tenemos que pagarles en divisa convertible la colaboración. Es alrededor de 300 000 dólares al mes lo que hay que gastar. Para citar un ejemplo, con 300 000 dólares al mes, que son más de tres millones y medio de dólares al año, se pueden conseguir materias primas para 6 millones de pares de zapatos plásticos cada año (APLAUSOS), con solo lo que hay que pagarles a los técnicos. ¿Para poder encender un bombillo cuándo? ¿Es justo que en esas condiciones sigamos enterrando esos recursos, como explicamos aquí, con los argumentos mencionados?

Ahí llegaron a trabajar 12 000 hombres, hoy trabajan entre 6 000 y 7 000. ¿Es justo que unos magníficos obreros como esos los estemos invirtiendo en tal actividad en este momento? Todo eso les expliqué a los trabajadores.

Les expliqué que a lo mejor esta suspensión es definitiva, todo dependerá de las condiciones que puedan presentarse en el futuro. Pero vamos a reservar la esperanza de que pueda reanudarse de alguna forma, y pueda aparecer alguna solución en ese sentido que justifique plenamente el esfuerzo.

Para esos trabajadores fue durísimo. Hay compañeras y compañeros que han empleado una parte importante de su vida en esa obra y tenían ilusiones muy grandes.

Pero nosotros no vamos sencillamente a desmantelar eso. Les expliqué que teníamos que transferir esa fuerza de trabajo hacia otra área que diera frutos más rápido y les proponía a los constructores civiles, en lo fundamental, pasarlos al frente de las construcciones turísticas, enviarlos a Varadero, no de vacaciones (RISAS), sino a construir allí, enviarlos a Cayo Coco, a la Isla de la Juventud, a distintos lugares donde estamos desarrollando importantísimos centros turísticos que deben expresarse en importantes ingresos en divisa convertible para el país, en mucho menos tiempo y de una forma mucho más segura.

Ahí hay una gran brigada de montadores, mantener organizada esa brigada de montadores, no dispersar la fuerza, no desorganizarla, mantener unidas las distintas fuerzas que están allí. Estos montadores pueden trabajar en la industria azucarera —quiero decir en las reparaciones, en mantenimiento u obras nuevas—, en industrias priorizadas, en distintas actividades, puesto que son de los mejores soldadores y montadores que tiene el país; mantenerlos organizados y darles tarea, aunque no sean todos juntos en el mismo lugar, pero mantener la organización.

Aparte de esta fuerza de constructores que podemos transferir a otras áreas hay que dejar allí un número importante en los próximos meses. Todavía tenemos que seguir invirtiendo algún cemento y algunos materiales, porque hay objetos de obra que si se quieren preservar hay que recubrirlos, no se pueden dejar en la etapa que están ahora.

Para conservarlos y mantener la esperanza de poder quizás un día reanudar la obra, hay que seguir invirtiendo, hay que seguir trabajando; de modo que allí debe quedar un número importante de obreros durante un tiempo en esas tareas de construcción para preservar los equipos y las tecnologías. Además debe quedarse un grupo de trabajadores en el mantenimiento, hará falta un número allí; pero, además de la fuerza de constructores, tenemos los que iban a explotar la electronuclear.

Hay alrededor de 1 500 trabajadores preparados durante un montón de años, hay cientos de ingenieros y técnicos. Nosotros proponemos que no dispersemos tampoco esa fuerza, darle un empleo allí en el mantenimiento y en otras cosas, en cualquier parte, pero mantener esa fuerza, de manera de conservar todos los recursos humanos que hemos preparado y que hemos creado para la construcción y para la puesta en marcha de la Central Electronuclear.

Hay pocos países que tengan una fuerza tan calificada, tan preparada y tan experimentada como la fuerza que tenemos ahí; nuestra proposición es no desorganizarla, no dispersarla.

Les expliqué que ningún trabajador, constructor o de la futura explotación de la CEN, se quedaría sin empleo, que es el principio que hemos seguido con todos (APLAUSOS). Les expliqué estos detalles a ellos. Hay que decir que con toda franqueza les razoné, les leí estos materiales, les añadí argumentos, a pesar de que sabía qué duro golpe era para muchos de ellos y para todos ellos, y su reacción fue formidable, fue extraordinaria, los invité a todos a este acto. Les expliqué que me adelantaba a explicarles a ellos el problema (APLAUSOS), que en el acto teníamos que explicarlo al resto del país y, lógicamente, esta noticia la divulgará también la prensa internacional. La respuesta de los trabajadores fue excelente, la que esperábamos. ¡Ahí están ellos, dispuestos a ir a trabajar donde sea, dispuestos a trabajar donde se les sitúe y a mantener unida esa extraordinaria familia de constructores y de trabajadores de la electronuclear! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Debo decir que ese día, como es lógico, hubo hombres y mujeres que derramaron lágrimas, hasta la naturaleza lloró esa tarde, y yo les decía que la naturaleza podía llorar, pero que nosotros no podíamos llorar, excepto que fuera por patriotismo y por emoción, como estaban llorando muchos allí (APLAUSOS).

Nos quedamos realmente maravillados del espíritu de esos compañeros, y es una fuerza que no podemos perder bajo ningún concepto. Nosotros debemos estar preparados, listos siempre para todo; si hay que parar definitivamente, parar definitivamente; y si hay que recoger otra vez la fuerza y enviarla para allá, hacerlo. Les prometí a ellos que, incluso, teníamos que recuperar buenos trabajadores que en algún tiempo prestaron servicio allí y después pasaron a otras actividades, que lejos de disminuir esa fuerza constructora debía aumentar para poder contar con ella en cualquier momento. Estas son las cosas que tenemos que hacer en período especial. Y esta medida se dilató, como explicamos ahí: estuvimos esperando, esperando, discutiendo, discutiendo, siempre con la esperanza de alguna solución, hasta que llegó el momento en que quedó clarísimo para todos nosotros que teníamos que tomar esa medida.

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